31.07.08 10:50 Antiguedad: 4 yrs

La paz en Sudán puede demorar bastante - Entrevista con Marina Peter

 

Marina Peter. Foto: Juan Michel/CMI
Alta resolución

 

Por Juan Michel (*)

 

Más de 20 años de trabajo de incidencia pública en favor de Sudán por cuenta de las iglesias le han valido a Marina Peter, coordinadora europea del Foro Ecuménico del Sudán, una condecoración del gobierno alemán y un profundo sentido de las complejidades de un país cuyas dimensiones son casi las de Europa Occidental, y que ha padecido guerras internas durante los últimos 50 años. Sólo considerando el Sudán "en toda su complejidad y en su totalidad" se conseguirá la paz, afirma.

 

El fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) ha acusado al presidente sudanés Omar al-Bashir de genocidio en Darfur, entre otros crímenes. ¿Cuáles son las probables consecuencias?

 

Las consecuencias de esta controvertida acción no son aún claras, pero efectivamente ella cambia algo en Sudán. Aunque todos temen lo peor, yo creo que es demasiado pronto para juzgar. De cualquier modo, el proceso de paz de Darfur no gozaba de muy buena salud desde hace bastante tiempo.

 

Los promotores de la paz en Sudán, incluidas las organizaciones humanitarias internacionales, así como las iglesias y sus contrapartes en el Foro Ecuménico del Sudán, deben evaluar cuidadosamente los posibles escenarios y prefieren un bajo perfil público en este momento.

 

Creo que es preciso centrar la atención en la independencia de la justicia. Los jueces de la Corte Penal Internacional deben evaluar las pruebas presentadas por el fiscal y actuar en consecuencia.

 

El Foro Ecuménico del Sudán --integrado por iglesias sudanesas y contrapartes internacionales dedicadas a la incidencia pública con el patrocinio del Consejo Mundial de Iglesias-- promueve un "enfoque integral del Sudán". ¿Qué significa eso?

 

Sudán es un país tan extenso y con tantos grupos étnicos, culturas, acuerdos de paz y situaciones de conflicto, que la gente tiene dificultad para considerarlo en su conjunto. Algunos prestan atención al sur, otros al centro y, ante la crisis de Darfur, todos hablan de Darfur como si fuera un país separado. Toda contribución a un futuro mejor para la gente debe basarse en la comprensión de la complejidad e interdependencia del país.

 

¿Recibe Darfur demasiada atención, en detrimento del resto del país?

 

No, no lo creo. Darfur es una tragedia humana terrible; la guerra allí merece mucha atención. Pero si miramos sólo a Darfur y no vemos cómo está relacionado con el Acuerdo General de Paz de enero de 2005, que puso fin a dos decenios de guerra entre el norte y el sur, no entenderemos el meollo de la cuestión.

 

Que vendría a ser…

 

Los problemas fundamentales del Sudán son la marginación, la falta de desarrollo y el racismo. Fuera de Jartum, la capital, mucha gente carece de servicios básicos y no puede ejercer sus derechos políticos. Si la gente se siente marginada y se da cuenta de que tomando las armas la escucharán, es precisamente eso lo que ocurrirá, y lo que ha ocurrido.

 

El problema es que, entonces, la atención se desplaza y, por ejemplo, deja de funcionar el seguimiento de la aplicación del Acuerdo General de Paz, en el que se habían comprometido quienes participaron en las conversaciones de paz entre el norte y el sur. Sin una solución a la crisis de Darfur, Sudán no tendrá paz y el Acuerdo General de Paz no funcionará.

 

¿Es entonces Darfur la clave para alcanzar la paz en Sudán?

 

Es algo aún más complejo. Cuando la atención mundial se centra Darfur, la gente de otras regiones del país, como la del este o la del extremo norte, se siente también marginada. En el sur, por ejemplo, donde tienen su base la mayoría de las iglesias --ya que la mayor parte de la población cristiana vive en el sur, mientras que la musulmana se halla en el norte-- la gente tiene la impresión de que nadie presta atención al Acuerdo General de Paz.


Además, anteriormente muchos habitantes de Darfur estuvieron a favor del norte en la lucha contra el sur, o al menos no expresaron solidaridad cuando la población del sur sufría. Por esta razón, los del sur, incluidas las iglesias sudanesas, han encontrado un poco difícil mostrar solidaridad con la población de Darfur. Y aunque no es necesariamente cierto, muchos incluso creen que gran parte de la ayuda prometida al sur está yendo a Darfur.
 

Los del sur creen también que el mundo miró hacia otro lado cuando ellos sufrían, y sufrieron mucho durante los 20 años de guerra contra el norte, que causó la muerte a unos dos millones de personas y el desplazamiento interno de más de cuatro millones.

 

¿Quiere decir que las iglesias del Sudán no se preocupan de lo que ocurre en Darfur?

 

No, las iglesias sí se preocupan. Al comienzo dijeron que debían prestar ayuda humanitaria; tanto si la población de Darfur es musulmana como si no lo es, debían hacer algo. Pero las iglesias encontraron difícil, especialmente en ese momento, pero todavía hoy, hacer una labor de incidencia pública en favor de Darfur, porque consideran que Darfur es algo que eclipsa sus propios problemas.

Entre tanto, según estimaciones de las Naciones Unidas, en Darfur han sido asesinadas unas 300 mil personas en los últimos cinco años y más de dos millones han debido huir de sus hogares…
 

La tragedia de Darfur se ha ido de las manos. Al comienzo, los rebeldes de Darfur y las milicias llamadas Janjaweed recibieron apoyo de los principales partidos políticos en el sur y en el norte, respectivamente. Estos últimos querían tener instrumentos de negociación y pensaron que podrían lidiar más tarde con el problema en Darfur. Hoy, las Janjaweed tienen su propia estrategia, mientras que los rebeldes se han dividido en más de 20 grupos.
 

Ahora no sabemos quién representa a quién. Creo que la paz en Sudán puede demorar bastante. Y una paz real exige un cambio real en Sudán. Así pues, debemos considerar al país en su complejidad y en su totalidad, e incluso hay que tener en cuenta la región más amplia, porque también están en juego intereses de países vecinos…

"Alemana de nacimiento, sudanesa de corazón"


Marina Peter se enamoró de Sudán "por pura casualidad" hace 21 años. Siendo profesora de lengua e historia alemanas, especializada en educación intercultural, en esa época no sabía nada del país, salvo que "hacía mucho calor y había refugiados". Pero un empleo en el organismo de ayuda al desarrollo de la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD) fue el comienzo de una experiencia enriquecedora que hizo de ella una de las más reconocidas expertas ecuménicas sobre el Sudán.

 

Durante los dos últimos decenios, transcurriendo mucho tiempo en un país arrasado por la guerra, Peter ha visto muchas cosas. "A veces", recuerda, "era muy difícil; podía ocurrir cualquier cosa en cualquier momento: ataques, bombardeos; había que tener siempre preparada la mochila con agua, medicamentos, alimentos básicos. De hecho, tuve que correr varias veces."

 

Pero lo que más la impresionó fueron conmovedoras experiencias de hospitalidad y capacidad de resistencia. "Cuando personas que no tienen casi nada te ofrecen el único cabrito flaco que tienen", explica, "es algo extraordinario, especialmente para alguien que viene de una sociedad rica como la mía, donde la gente está intentando siempre conseguir algo más".

 

"A veces, me asombraba de lo que estaba haciendo en esos lugares remotos cuando habría podido vivir cómodamente en mi país, lejos de bombardeos, disparos, arañas, escorpiones y serpientes… Pero cuando una piensa en esas personas que no pierden la esperanza ni siquiera cuando han sido desplazadas dos o tres veces; esas mujeres que tienen que comenzar una y otra vez y siguen manteniendo la esperanza, es imposible desistir, porque si ellas tienen esperanza, uno no tiene derecho a perderla."

 

El pasado marzo, Peter recibió la condecoración de la Cruz de Mérito -- una de las mayores distinciones de la República Federal de Alemania -- en reconocimiento de su servicio al Foro Ecuménico del Sudán, del que ha sido coordinadora europea desde 1997. El Foro, creado en 1994, es una red de iglesias sudanesas y contrapartes ecuménicas internacionales, entre los que figuran varios organismos de desarrollo de iglesias alemanas. Patrocinado por el Consejo Mundial de Iglesias, el Foro promueve la paz y los derechos humanos, con actividades en Europa y Sudán.

 

  

¿Qué otros elementos hacen más compleja la situación?

 

Las llamadas zonas de transición: el pueblo Nuba, la población del Nilo Azul del Sur: gran parte de ellos se sienten de nuevo víctimas y no reconocidos realmente ni por Jartum ni por el sur, porque no son del sur. Lo mismo ocurre con la población del extremo este, la cual tuvo también una guerra y un acuerdo de paz y nadie se acuerda de ellos. Esas zonas --Abyei, Kordofan, el Nilo Azul del Sur-- estarían en la primera línea de una nueva guerra, que siempre es posible.

 

¿Qué es lo que más necesita Sudán?

 

Yo diría que justicia para la gente, pero es difícil decirlo… Necesitaría dirigentes que se preocupen sobre todo de la gente y no de sus propios intereses. Esto se aplica tanto al norte como al sur.

 

¿Cómo pueden contribuir las iglesias a lograr la paz?

 

Un problema con el que se enfrentan las iglesias y las organizaciones de la sociedad civil del Sudán es que, después del Acuerdo General de Paz, muchos de sus militantes en favor de la justicia fueron reclutados por el gobierno, las Naciones Unidas u ONGs internacionales que ofrecían trabajos mejor pagados. De esa forma, repentinamente se perdieron todas esas voces.

 

Sin embargo, las iglesias deberían desempeñar una función más activa en la lucha contra las injusticias y en el seguimiento de la aplicación del Acuerdo General de Paz. Están bien situadas para ello, ya que se hallan en todas partes, pero deben capacitar a sus miembros.

 

Las iglesias deben desempeñar una función de vigilancia, interpelando al gobierno cuando hace algo mal, porque la población del Sudán, incluidos muchos musulmanes, escucha a las iglesias. Y, por supuesto, la labor de socorro y desarrollo es igualmente importante.

 

(*) Juan Michel, encargado de prensa del CMI, es miembro de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata en Buenos Aires, Argentina.

 

Iglesias miembros del CMI en Sudán (en inglés)

 

Visita de solidaridad del CMI a Sudán, abril de 2008