20.08.09 16:23 Antiguedad: 3 yrs

Para las mujeres de Angola la guerra continúa, por otros medios

 

Angola

En Luanda las mujeres salen normalmente de sus casas a las tres de la mañana para buscar productos que puedan vender, y frecuentemente caminan por toda la ciudad, incluso si están embrazadas. Foto: Juan Michel/CMI

Por Juan Michel (*) 

 

El conflicto armado en Angola terminó hace siete años, pero las consecuencias de cuatro decenios de guerra se dejan sentir aún hoy. Y las mujeres parecen ser las más afectadas.

 

"No hay ahora mismo un conflicto abierto, pero las armas siguen cobrándose su precio en las comunidades aún hoy", dice Josefina Sandemba.

 

Sandemba, quien es pastora en la Iglesia Evangélica Congregacionalista de Angola (IECA), fue una de las personas con las que se entrevistó el equipo de Cartas Vivas que en nombre del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) visitó el país a fines de julio.

 

Cartas Vivas son pequeños equipos ecuménicos que, en el marco del Decenio del CMI para Superar la Violencia, viajan a diferentes partes del mundo donde cristianos luchan para promover la paz.

 

Después de la guerra de independencia con Portugal que duró 14 años y terminó en 1975, Angola padeció 27 años de guerra civil que causó la muerte de cientos de miles de personas, dejó muchísimos desplazados dentro del país y devastó la economía y la infraestructura.

 

Pese al auge de la actual reconstrucción posbélica – Angola es uno de los principales productores de petróleo de África – el Banco Mundial estima que los dos tercios de su población de 17,5 millones viven con menos de dos dólares estadounidenses al día. La expectativa de vida es de unos 41 años para los hombres y 44 para las mujeres.

 

"Casi todas las familias han sido afectadas de una u otra forma por los largos años de guerra. En consecuencia, han proliferado los casos importantes de trauma", explica Sandemba, que es responsable del trabajo con mujeres en el Consejo de Iglesias Cristianas de Angola (CICA).

 

En este contexto, las mujeres pagan el precio más alto, añade. "Conviven con excombatientes ahora desmovilizados, o con parientes que han sufrido amputaciones u otras heridas y, en muchos casos, viven por debajo de la línea de pobreza."

 

En Luanda, la capital del país, "las mujeres salen normalmente de sus casas a las tres de la mañana para buscar productos que puedan vender, y frecuentemente caminan por toda la ciudad, incluso si están embrazadas o llevan niños pequeños", relata Sandemba. "Cuando vuelven a casa, alrededor de las 10 de la noche, tal vez hayan ganado 200 kwanzas (menos de 3 dólares), pero si las ventas no han sido buenas, es posible que no haya nada para cenar."

 

El trabajo duro y extenuante para alimentar a sus familias no es la única penalidad con que se enfrentan las mujeres en Angola. Aunque no hay datos estadísticos o no son fiables, aumenta cada vez más la preocupación por los niveles crecientes de violencia contra la mujer tanto en el hogar como en las calles.

 

Paulo de Almeida, el jefe de la policía nacional, ha sido citado afirmando que "hay violaciones todos los días", lo que constituye un alarmante y creciente "fenómeno que nadie se explica". Pero las mujeres tampoco parecen estar más seguras en sus hogares.

 

"El problema de la violencia doméstica está adquiriendo dimensiones aterradoras", dice el pastor José Antonio, secretario general de la Iglesia Evangélica Reformada de Angola (IERA). Esto ocurre principalmente en Luanda, pero también en otros lugares, precisa.

 

Las causas de este aumento son complejas. "La guerra ha dejado una herencia de miseria, así como un impacto en la cultura, y la violencia doméstica es uno de sus resultados", afirma el pastor Rui García Filho, secretario general de la Iglesia Evangélica Bautista de Angola.

 

El período posterior a la guerra "ha traído consigo una inversión de los roles tradicionales de hombres y mujeres", señala Noé Alberto, miembro de la Iglesia Menonita y responsable del departamento de Justicia y Paz del CICA. Los hombres, que se sienten impotentes, ven la función activa que asumen sus compañeras como una amenaza a su identidad, y con demasiada frecuencia la violencia aparece como una respuesta fácil.

 

Acciones en favor de la mujer

 

En el centro de Petrangol, un barrio pobre con calles polvorientas y llenas de baches en las afueras de Luanda, la sede de la Asociación Cristiana Femenina de Jóvenes se llena con las risas de 15 muchachas que participan con entusiasmo en una sesión de alfabetización.

 

Mariana Afonso, una miembro de la IERA que a sus 24 años es madre de cinco hijos, explicó al grupo de Cartas Vivas la diferencia que supuso en su vida el saber leer: "El marido muestra un tipo diferente de respeto si una es capaz de leer". "Y una no tiene que aceptar que cualquiera le mienta", añadió otra muchacha.

 

"Además de aprender a leer y escribir, también hablan sobre problemas sociales y juntas buscan soluciones", señala la maestra de alfabetización Juliana Feliciano, miembro de la IECA. "Yo las ayudo a descubrir lo que ya saben", dice Feliciano, quien considera su función más bien como la de una orientadora.

 

La alfabetización es importante en un contexto en el que la guerra, la pobreza y las pautas culturales que privilegian a los hijos varones se suman para posponer la educación de las muchachas. Durante tres años y hasta 2007, el CICA llevó a cabo en 13 provincias un programa de "alfabetización para el cambio social" con grupos de mujeres.

 

La falta de fondos es un obstáculo omnipresente. La labor psicosocial del departamento de la mujer del CICA en relación con los traumas de guerra ha ido disminuyendo, mientras se busca el apoyo de donantes para un proyecto de centro dedicado a esos problemas.

 

"Mientras a nivel internacional se considera a Angola como un país rico, las comunidades carecen de las cosas más fundamentales, y las exigencias de los donantes muchas veces no tienen en cuenta nuestra realidad", señala el director de ayuda y desarrollo del CICA, Antonio Lopes.

 

Actualmente, el departamento de la mujer del CICA ofrece capacitación para desarrollar pequeños emprendimientos y servirse de microcréditos, y organiza seminarios sobre igualdad de género en las instalaciones de sus iglesias miembros. "Como la supremacía del varón sobre la mujer es todavía hoy un hecho, para superar la violencia doméstica necesitamos trabajar con las nuevas generaciones", dice Sandemba.

 

A pesar de las muchas dificultades, el secretario general del CICA, pastor Luis Nguimbi, es optimista. "Cuando las armas hablaban alto, las iglesias contribuyeron a alcanzar la paz. Hoy se enfrentan a la violencia doméstica – y también ésta pasará a la historia."

 

(*) Juan Michel es encargado de prensa del CMI.

 

Galería de fotografías (pueden solicitarse versiones en alta resolución)

 

Visita de Cartas Vivas en Angola y Mozambique

 

Iglesias miembros del CMI en Angola