21.05.10 17:42 Antiguedad: 2 yrs

Mensaje de los presidentes del CMI en Pentecostés de 2010

 

“Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38)

 

En este 2010, al igual que en la época del primer Pentecostés, los cristianos y cristianas de todo el mundo celebrarán Pentecostés en sus iglesias en cientos de idiomas diferentes, y cantarán himnos alabando al Señor.  

 

En ese primer Pentecostés, los discípulos de Jesús recibieron el don del Espíritu Santo porque lo estaban esperando con confianza.  Estaban reunidos aguardando, confiados en la promesa de Dios.

 

La mañana de Pentecostés, Jerusalén estaba atestada de peregrinos que habían venido para celebrar la fiesta del nuevo pan, y entre esos fieles había un pequeño grupo de humildes amigos de Jesucristo el Resucitado. Y la promesa se cumplió: el Espíritu descendió sobre ellos e hizo de ellos testigos, mensajeros, personas convencidas por el mensaje de amor y verdad de su maestro.  Y llegó el momento de llamar a la conversión, de poner en práctica el don recibido y de comprometerse al servicio de los hermanos y las hermanas. 

 

Hoy el llamamiento a la conversión es más central que nunca para todo aquél que desee seguir a Jesucristo y dar sentido a su vida mediante el servicio a los que sufren, cualquiera que sea el nombre que se dé a su sufrimiento.  

 

“Al oír esto, se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37b)

 

Muchos son los que esperan el don del Espíritu Santo.  Hay actualmente en el mundo de hoy un pequeño grupo de “humildes” que buscan la conversión, que piden perdón por las faltas cometidas en el pasado, como los ataques al don de Dios de la vida mediante la fabricación de armas de destrucción masiva.

 

La esperanza de la conversión puede verse hoy en las medidas que algunos de los “grandes” de este mundo han tomado para reparar los excesos de orgullo y dominación del pasado.  Sí, todo es posible para quien se vuelve a Cristo y, en el poder del Espíritu, trata de cambiar los planes de quienes creen que la paz sólo puede comprarse bajo la amenaza de las armas nucleares. 

 

Que las almas valientes de este mundo, que han comenzado a reducir sus arsenales de armas nucleares, se empeñen ahora con osadía en conseguir que haya más recursos disponibles para el bienestar de las poblaciones que han sido víctimas de tanta devastación, y en dar más recursos a aquellos pueblos que viven angustiados por el hambre y la violencia de la guerra, y que están ansiosos de poder compartir sus conocimientos.   .

 

Queremos afirmar: “¡Con Dios todo es posible!”

 

Pero, por supuesto, nosotros, cristianos y cristianas, que hemos sido bautizados en el nombre de Jesucristo, no debemos insistir únicamente en la necesidad del arrepentimiento de los dirigentes oficiales de las naciones o de otras personalidades públicas. El llamamiento al arrepentimiento sigue siendo oportuno para cada uno de nosotros, sea cual sea la condición, la edad, el origen: arrepentimiento por la falta de coherencia entre lo que proclamamos y la forma en que nos comportamos; arrepentimiento por nuestra poca fe, por nuestros compromisos con el espíritu de este mundo, por nuestra inclinación a ser indiferentes para con la justicia, la solidaridad, el amor sincero y el respeto por todas las personas humanas. Es con este profundo espíritu de arrepentimiento que tenemos que esperar la venida del Espíritu de Dios para que habite en nosotros y en nuestras congregaciones locales. Sólo entonces podremos redescubrir el rostro de nuestro Señor resucitado, el Kyrios, y nos uniremos a él, orando con humildad y nuevo dinamismo: ¡Ven Espíritu Santo! ¡Transforma el mundo!

 

Que el Espíritu Santo que descendió en Pentecostés los inunde con luz, esperanza y alegría, y les dé la fuerza de glorificar a nuestro Señor, estando al servicio de su mundo con amor.  Deseamos a todos y todas ustedes una fiesta de Pentecostés colmada de bendiciones.    

 

  • Arzobispo Anastasios de Tirana y de Toda Albania, Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Albania
  • Sr. John Taroanui Doom, Iglesia Protestante Maohi (Polinesia Francesa)
  • Dr. Simon Dossou, Iglesia Protestante Metodista de Benin
  • Dr. Soritua Nababan, Iglesia Cristiana Protestante Batak (Indonesia)
  • Dra. Ofelia Ortega, Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba
  • Patriarca Abune Paulos, Iglesia Ortodoxa Etíope de Tewahedo  
  • Dr. Bernice Powell Jackson, Iglesia Unida de Cristo (Estados Unidos de América)
  • Dra. Mary Tanner, Iglesia de Inglaterra