18.12.09 09:19 Antiguedad: 2 yrs

Mensaje de Navidad del CMI en video y en varios idiomas

 

El mensaje de Navidad del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) puede leerse este año en 17 idiomas, haciendo honor a la diversidad lingüística de las iglesias miembros del CMI: alemán, árabe, chino, coreano, español, finlandés, francés, georgiano, griego, inglés, neerlandés, noruego, portugués, rumano, ruso, samoano y swahili.

 

Se han puesto en el sitio web del CMI y en YouTube versiones en video en diez de estos idiomas.

 

Ha sido posible ofrecer este mensaje en tan gran variedad de idiomas gracias a voluntarios del personal del CMI, de las iglesias miembros y de organizaciones hermanas.

 

El mensaje habla de la Navidad como un tiempo de renovación y transformación para toda la creación, incluso en un momento en que la tierra y sus habitantes padecen tensiones y sufrimientos.

 

Texto completo del mensaje de Navidad:

Cristo es la imagen del Dios invisible,
el primogénito de toda creación,
porque en él fueron creadas todas las cosas,
las que hay en los cielos y las que hay en la tierra,
visibles e invisibles;
sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades;
todo fue creado por medio de él y para él.
Y él es antes que todas las cosas,
y todas las cosas en él subsisten.
Colosenses 1:15-17 (RVR1995)

 

La luz es la imagen radiante de la bondad de Dios en la creación y en Navidad. El Creador ordena, “Sea la luz”1, y el universo toma forma. En la natividad de Cristo, la luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no pueden dominar nunca este testimonio resplandeciente del Dios viviente.2

 

La Navidad es un tiempo para cantar alabanzas.3 Sin embargo, en nuestra época, la realidad de la destrucción medioambiental socava la doxología de la creación. La música de las esferas está distorsionada por la contaminación y los sonidos artificiales; los ritmos del mar, alterados por el cambio climático; la belleza de las muy diversas manifestaciones de la vida, desfigurada por las prácticas abusivas motivadas por la avaricia. Y como la tierra sufre, sus habitantes también sufren. Para los pobres y otras personas socialmente marginadas resulta cada vez más difícil elevar sus voces en canto.

 

En los tiempos de María y José, el emperador Augusto creía tener todo el poder en sus manos. Decretó que “todo el mundo” (la palabra bíblica es oikoumene)4 debería pagar impuestos, y una pareja desconocida se puso en camino hacia Belén. Pero Dios tenía otro designio para la historia, y ahora nos damos cuenta de que los tronos, dominios, principados y potestades inconscientemente estaban actuando para cumplir los imperativos proféticos. Es Cristo, y no el emperador, quien verdaderamente es “antes que todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”.5

 

La teóloga Barbara Rossing, erudita de la Biblia, sugiere que el antiguo oikoumene imperial de César –junto con los imperios políticos, militares y económicos modernos– se está desmoronando. Sin embargo, los profetas y los apóstoles nos aseguran que la creación de Dios –un verdadero oikoumene que incluye la casa de Dios– será transformada.6

 

Por tanto, oramos por el cambio y nos ofrecemos a nosotros mismos como instrumentos de transformación.7 Vivimos convencidos de que una nueva creación tiene lugar en la venida de Jesucristo, y de que en ella la esperanza del canto de los ángeles se cumple: Dios, la humanidad y toda la vida se reconciliarán.8

 

Pastor Dr. Samuel Kobia

Secretario general

Consejo Mundial de Iglesias

 

Anotaciones

1) Génesis 1:3.

2) Juan 1:4-5.

3) Lucas 2:14.

4) Lucas 2:1.

5) Colosenses 1:17; Salmo 2:7-10.

6) Isaías 65:17; Apocalipsis 21-22.

7) 2 Corintios 4:16.

8) 2 Corintios 5:17-20.